Persona muy importante en la historia de Canjáyar, pues esta villa no se concibe hoy sin su seña de identidad determinante, la Santa Cruz del Voto. Se ha hablado especialmente de ella en las fechas en que los canjilones se disponen a celebrar el cuatrocientos aniversario de su milagrosa Aparición, aquel diecinueve de abril de 1611. El nombre de Juan Matías de Peralta es primordial en el desarrollo de este feliz acontecimiento, y no es posible apartarlo del mismo sin suprimir una parte importante de la larga tradición que acompaña a dicha Aparición.

          Juan Matías de Peralta (*), según datos obrantes en los archivos del pueblo (que felizmente se han conservado, a pesar de muchas vicisitudes, especialmente por el largo espacio de tiempo transcurrido), llegó a Canjáyar procedente de Madrid el año 1574, como uno de tantos repobladores tras la expulsión de los moriscos. Contrajo matrimonio con Francisca Díaz Guerrero, de cuya unión nacieron 7 hijos. Ella falleció el 10 agosto de 1614 y Juan Matías murió en Canjáyar el 9 de noviembre de 1622.

            Consta fehacientemente en los archivos municipales su desempeño de varios cometidos, entre ellos el de “Escribano del Ayuntamiento” o “fiel de fechos del Pósito de Canjáyar”. Sin embargo es más conocida su faceta de sacristán, oficio que desempeñó durante varios años, como mínimo, según documentos, desde 1609 a 1612.

          Fue en este intervalo cuando sucedió algo inesperado. Según la tradición oral –narrada por generaciones durante cuatro siglos- Juan Matías de Peralta tuvo un sueño en el que contemplaba una procesión de ángeles portando una cruz, que se desplazaba, en su primer itinerario, desde el altar mayor hasta el baptisterio del templo parroquial, y después salía extramuros al paraje llamado Cruz Blanca. Ante la reiteración durante varias noches de esta visión, pidió excavar en el muro del baptisterio, lugar al se dirigían los ángeles. Nadie creyó lo que él afirmaba, pero ante su insistencia se accedió a la excavación justamente en el lugar por él indicado. Para sorpresa de todos allí había una cruz, una reliquia que alguien, quizá un peregrino, había ocultado en el pasado;  temiendo tal vez una profanación. El historiador Padre Tapia afirma “…fue colocada en un hueco del muro y tapiada cuando la rebelión de 1568” (Historia de Almería, tomo XII, pág 89).  

            De este hecho misterioso parte la devoción del pueblo a la reliquia de la Santa Cruz, que sería llamada del Voto, puesto que los vecinos hicieron “voto” o “promesa” de procesionarla todos los años el día 19 de abril, desde el templo al lugar ya mencionado de la Cruz Blanca. Juan Matías de Peralta, el sacristán,  es recordado y reconocido por los canjilones como la persona “elegida” milagrosamente para descubrir la reliquia que habrían de venerar ininterrumpidamente, centuria tras centuria, los hijos de este pueblo y de esa manera su nombre quedó indefectiblemente unido a la tradición que ha sido fielmente transmitida de generación en generación.

 
En los archivos municipales puede encontrarse varias veces esta firma hológrafa de Mathias de Peralta, especialmente con motivo de su intervención en el pósito de Canjáyar.
 
 
(*) Datos tomados de la Conferencia pronunciada en Canjáyar el día 11 de agosto de 2008 por G. Navarro Oña titulada "Juan Matías de Peralta".

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